ANÉCDOTAS LEGIONARIAS

De primero, ratón con patatas.
 

Me contaron con nombre y apellidos qué pasó en el Tercer Tercio y si no los nombro es por la debida discreción. En una de sus habituales revistas a la cocina de tropa el Teniente Coronel Mayor del Tercio inspeccionaba el rancho que se iba a dar a la tropa ese día. La verdad es que la presentación de la comida era lo suficientemente agradable si no fuera por un pequeño ratón que flotaba entre las patatas y demás carnes en una de las perolas. El pobre bicho debió caer en ella cuando se estaba preparando el condumio y ya era ratón cocido. Por supuesto, el Teniente Coronel, que tenía fama de muy duro, puso el grito en el cielo, llamando de todo al Sargento de cocina que le acompañaba en la inspección al tiempo que gritaba ¿Qué es esto, qué es esto?. El Sargento, veterano ya en todas estas lides, con la mayor naturalidad, cogió el ratón por el rabo y dijo: Esto, mi Teniente Coronel, es carne. Y se lo comió. 

La Merluza.

Otro día es el Teniente Coronel el que nos relata una anécdota de un legionario. En la puerta de su casa, un soldado alto, de barba rubia y rostro curtido, con aspecto de hombre de mar, permanece firme; con su mano derecha suspende un enorme pescado: "Mi teniente coronel -dice-, me he pasado la noche pescando este pescado para Usía y aquí se lo traigo.'' Lo que había cogido por la noche era una merluza que aún le duraba y había pernoctado fuera del campamento.

Los antialcohólicos y el cuba-floïd.
 

Cuando esto sucedió el Tte. Acón era plantilla del 3º, y marchó a Bir Enzaran con nuestros bolingas. Tan fastidiado como el reinado de Witiza se le presentaba el porvenir al Teniente Acón. El Mando del Sector del Sahara había decidido concentrar a todos los bolingas (borrachos habituales) del Sector en Bir Enzaran (pozo profundo y cristalino del cristiano), con la finalidad de convertirlos a ser posible en personas sobrias y moderadas, como los del ejército de salvación.

Resultaba irónico que el encargado de una misión tan enojosa fuera precisamente el Teniente Acón, hombre reflexivo, introvertido, con ribetes de poeta, dado a la meditación transcendental y que despreciaba profundamente las juergas etílicas. Con su cargamento humano, compuesto principalmente de legionarios y corrigendos, desembarcó de los camiones en el destacamento de Bir Enzaran, lugar desolado en el interior, donde sólo existía el pozo antes citado.

Para derivar por otros derroteros la vitalidad agresiva de su tropa, el Teniente decidió organizar partidos de fútbol en plan intensivo, pero hubo de desistir antes las lesiones, tumultos y peleas que se producían por un quítame allá esas pajas. En consecuencia, decidió aumentar las teóricas, o lo que es lo mismo: comerles el cocoa sus subordinados acerca de los peligros latentes en el alcohol, y observó complacido que le oían no sólo contentos, sino hasta absortos. La respuesta a tanta solicitud la encontró por casualidad revisando los suministros de masaje para el afeitado, que resultaban ser anormalmente elevados.

Sus bolingas habían inventado el cuba floïd, que según ellos no sólo proporcionaba una euforia muy agradable, sino que además, les olía el aliento a colonia y dejaba el cutis como a los artistas de cine. Cuando limitó las compras líquidas de coca-cola creyó haber acabado con el problema, hasta que al mes cayó en la cuenta de que el desaprensivo vendedor de tal bebida llevaba al destacamento dos tipos de ella una para él, al estilo tradicional, y otra con ginebra incorporada para sus subordinados, que la dosificaban para no llamar la atención.

Así no es de extrañar que los alcohólicos estuvieran cada vez más contentos y el Teniente progresivamente mas deprimido. Cuando al fin fue relevado y el Coronel lo encontró en el bar, bebiendo cubatas como un camello bebe agua al llegar a un oasis, no pudo por menos de preguntarle: ¿Desde cuando bebes, Acón? Desde que estuve curando a los borrachos, mi Coronel. En vez de convencerlos yo a ellos, ellos me han convencido a mí.

¡¡¡Que grandes lecciones de moral nos dan nuestros Caballeros Legionarios día a día, de una manera alegre y divertida con su inconfundible estilo!!!
Por poner en antecedentes, esta divertida historia la protagonizan tres Caballeros Legionarios y tres "rayones" (si, exacto, tres crías de jabalí) aunque hoy por hoy no todos pueden contarla por no encontrase ya entre nosotros.
Corría el mes de febrero y en una Compañía de Fusiles de la Xª Bandera contaban desde hacía 10 días con un nuevo miembro entre sus filas; una cría de jabalí llamada "Rociito" quien en tan poco tiempo se había ganado el cariño de los Legionarios, muy especialmente del Cabo Mayor de la Compañía, quien a todos los efectos se había convertido a ojos de Rociito en su "progenitor" y a ojos de los Legionarios en su "protector".
"...Mil tragedias de diversos modos que el correr de la vida formo...", llevaron a Rociito a perder a todos los miembros de su familia en una cacería y a ser acogida a todos los efectos por su Compañía Legionaria, donde comenzó a encontrar el olvido a antiguas penas y tragedias. Los Legionarios la bautizaron con el nombre de la novia del primero de ellos que la alimento, dándole tomas de biberón cada dos horas y media.
Debido a la corta edad de Rociito el Cabo Mayor estableció un turno de guardería fuera de las horas de trabajo, en dicho turno entraban los Legías; unas veces a petición y otras a elección pero como ya se sabe, siempre "voluntariamente".
El último fin de semana de febrero un Legionario se presento voluntario para hacerse cargo de Rociito, la acomodo en su casa y disfruto de un día de visitas de compañeros, quienes llevaban a sus hijos para jugar con ella y presentarla en sociedad.¡ Sin duda Rociito era más feliz que un cochino en un charco.!
Pero pronto se terminaría la dicha... a la mañana siguiente Ronda amanecía nevada; una estampa digna de postal, hecho que impulso al citado Legionario a bajar con su novia a realizar unas fotos para el recuerdo. Es en ese el momento cuando Rociito aprovecho para explorar por la terraza del 4º piso y hacer un salto paracaidista al estilo Legión, es decir, ¡sin paracaídas!
Imaginad la cara del Legionario al percatarse de la suerte de Rociito y de la suerte que él correría cuando diese novedades al Cabo Mayor sobre el estado de su adorada mascota.
Lejos de plantearse poner cara de "lolo" y hacerse el "sueco" delante del Cabo Mayor, el citado Legionario agudizo el ingenio y haciendo uso del Espíritu de "Unión y Socorro" llamo a otros dos inseparables Legionarios miembros de la misma sección, quienes acudieron a su casa estando aun Rociito de cuerpo presente. Entre los tres buscaron y encontraron una solución acorde a la gravedad del problema, la cual resumiremos de la siguiente manera en:
1. Exhaustiva búsqueda de alguien que vendiese "rayones" del mismo tiempo que Rociito independientemente del lugar y precio.
2. A las 4 de la mañana decidir coger el coche y viajar Ronda‐Zaragoza (más de 900 km.)
3. Comprar no uno, sino dos rayones vaya a ser que la muerte aparezca.
4. Pagar una multa por exceso de velocidad sin decir esta boca es mía y rezando porque la Guardia Civil no les haga abrir el maletero y vea a los dos "rayones" que tenían menos papeles que una liebre.
5. Llegar a Ronda tras más de 1800km de coche, con el tiempo justo para descansar un poco y formar el lunes.


- Legionario: "A LA ORDEN MI MAYOR...SIN NOVEDAD CON EL JABALÍ!!!!" (En la posición de firmes más rigurosa que podía estar el legionario)

- Legionario: "ROCIITO HA MUERTO...pero aquí tiene dos rayones en sustitución a la perdida mi Mayor"

- Cabo Mayor: "NO J..AS!!! COMO QUE HA MUERTO!!!" (y mirando alternativamente al Legionario y a los dos rayones) dijo: "BUENO MAQUINA TE LO HAS CURRADO, no pasa nada , no teníais que haberos tomado tantas molestias..."

Finalmente los tres Legionarios lejos de ser reprendidos por el fallecimiento de la querida mascota recuperaron el importe de la multa y fueron felicitados en el despacho de su Capitán por su muestra de iniciativa, y de algo muy legionario como es "buscarse la vida" y salir airoso de las situaciones más inesperadas.