PRIMEROS PASOS DEL TERCIO DE
EXTRANJEROS.
Se disponen oficinas de enganche (“Banderines de Enganche”)
en Madrid, Barcelona, Valencia y posteriormente en otras capitales de provincia.
El cuartel del Rey, en el paseo de Colón de la ciudad de
Ceuta, fue el lugar designado por el Mando para la instalación de las oficinas de Plana Mayor de Mando y Plana Mayor Administrativa, donde habrían de filiarse los primeros Legionarios.
Durante el mes de Septiembre se van incorporando al Tercio de
Extranjeros los primeros Jefes y Oficiales, los cuales son destinados en turno de libre designación, eligiéndose a los de más méritos y servicios en campaña. Llegan así el Cte. D. Alfonso Vara del
Rey, Cap. D. Pablo Arredondo Acuña, Cap. D. Jesús Pardo Ibáñez, Tte. D. Ignacio Olavide Torres y Tte. D. Joaquín Moore de Pablo.
El día 20 de Septiembre de 1920 se alista el primer
Legionario, de nombre Marcelo Villeval Gaitán. “Es hijo de Ceuta, hombre que rebasa los 30 años, de recia contextura, buena estatura, tez morena y cavernosa voz, como corresponde a un fiel discípulo
de Baco. Este legionario no había de tardar en distinguirse y alcanzar los distintos empleos hasta Brigada por méritos de guerra, coronando su vida legionaria al hallar gloriosa muerte el día 23 de
Septiembre de 1925 en el heroico combate librado para la ocupación de Monte Malmusi, después del desembarco de Alhucemas”.Por ello es el 20 de Septiembre el día considerado como el Aniversario de la
creación de la Legión. No cuando firmó el Rey algún documento, no cuando llegó el primer o segundo Jefe, sino cuando se alistó el primer Caballero Legionario.
El primer Legionario filiado en la península fue Aníbal
Calero Pérez, el día 25 de Septiembre en el Banderín de Enganche de Albacete. Los Banderines de Enganche están desbordados de trabajo, el propio Tcol. Millán Astray reconoció “habíamos sufrido un
error de cálculo al pensar en los hombres que se habían de presentar. Creíamos que vendrían poco a poco, pero no pensábamos en la “explosión” y fue que en tres días se habían reunido
cuatrocientos....”
Así, a primeros de Octubre llega la primera expedición
procedente de Barcelona y con ellos el que había de ser lugarteniente del Fundador, el Cte. Franco, el cual en su célebre “Diario de una Bandera”, escrito en 1922, relata así el momento: “Al llegar a
Ceuta, una gasolinera se acerca rápidamente; en ella se distingue la silueta de nuestro Teniente coronel Millán Astray, que, con gesto enérgico, agita su gorro en el aire; en el muelle nos abrazamos
¡ya estamos juntos!. Allí está el Jefe y en el barco llega el material para su obra...”
El Cte. PIRIS, en su “Historial de la Legión” narra lo que aconteció posteriormente, “Los nuevos Legionarios son trasladados al cuartel del Rey, allí en el patio, aguardan en posición de descanso hasta que suena la voz de “firmes” y aparece el Tcol. Primer Jefe, con su brillante uniforme y gorro isabelino. El Tcol. arenga a la expedición con elocuentes palabras: “El Tercio os abre las puertas. Os ofrece con el olvido del pasado, honores y glorias, y os sentiréis orgullosos de ser Legionarios. En el Tercio alcanzaréis el título de Caballeros. Se cotizará el valor como la más preciada de las virtudes y podréis ganar galones, conseguir estrellas; pero a cambio de todo ello, tendréis una vida dura, difícil, vida de hombres, llena de constantes riesgos, fatigas y sacrificios. Pasaréis hambre, sed y sueño. Soportaréis las más duras jornadas y vuestra vida será un duro batallar. Arrastraréis penalidades de todo género y lucharéis contra un enemigo duro y tenaz, amigo de emboscadas, a la que sólo podréis oponer el valladar de vuestros pechos. Los puestos más duros, de más peligro y mayores riesgos, serán para vosotros. Combatiréis siempre en vanguardia y la muerte se convertirá en vuestra inseparable compañera. Moriréis muchos, quizás todos. Estas son las perspectivas que el Tercio ofrece a sus hombres”. Después de breves segundos de pausa, observando el semblante de los presentes, prosigue “aquellos que no se sientan con ánimos, que se vayan. Los que no se encuentren con valor para afrontar tan dura vida, que den un paso al frente”. El más profundo silencio sigue a estas palabras. El Tcol. pasea su mirada por aquéllos rostros impasibles. Todos reflejan la emoción que les embarga. Después, con tono más suave, continúa “aún es tiempo de arrepentirse. El que no se atreva a salir y desee marcharse, con una sola palabra puede volverse atrás. Basta con que le diga al médico que le duele la garganta”. Pero todo es inútil, sus palabras han llegado a lo más profundo de aquellos corazones y por ello, sintiéndose arrastrados por la enardecedora arenga y por la emoción del momento, con las prendas de cabeza en la mano, dan rienda suelta a su contenida emoción lanzando sinceros gritos de ¡Viva el Rey! ¡Viva España! y jurando con gallardía morir por el Tercio en la primera ocasión que se les presente”.