Los Cabos, Sargentos y Suboficiales en la Legión son la médula de ella. Para alcanzar los galones han de pasarse pruebas y fatigas. Para conservarlos hay que perseverar en el empeño y apartarse del alcohol y tener, además, suerte. ¡Como en todas las cosas de la vida! Porque suerte es: hallar la ocasión, aprovecharla, que se enteren los demás, que lo reconozcan como mérito y que lo premien; y suerte es también el no incurrir en yerros propios ni caer responsable de los ajenos. La mayor parte de los galones legionarios se han ganado por bravura y han sido factores importantes: las buenas conductas, aptitud e inteligencia. Cuando lleven unos cuantos años en la Legión, ellos serán los guardadores del espíritu; constituirán las recias vigas en que se apoye el edificio, y el mando será la suma facilidad. Apropiándonos ajena opinión, diremos: "Que la base para tener una Legión es hacer buenas clases y que reine la confianza y el cariño entre todos los escalones de las distintas jerarquías, que es compatible con la separación que ellas imponen; pero que no ha de constituir un muro infranqueable, ni por lo alto ni por lo ancho". Y el reglamento japonés dice: "En un regimiento el Coronel ha de ser el padre y el Comandante mayor la madre, y en la compañía, el Capitán será el padre y el suboficial encargado, la madre."Aquí las clases, mezcladas íntimamente con la tropa, conviviendo constantemente, les infiltran el espíritu de la Legión, y lo mismo en la vida tranquila que en la pelea, actúan como el sistema nervioso en el cuerpo humano, siendo los transmisores y los propulsores del cerebro que dicta, que es el Oficial. Nosotros les dimos ancho campo y desde sus primeros pasos procuramos que, igual que los niños, se fuesen acostumbrando a andar solos. En donde más hicieron su escuela de mando fue en los blocaos, porque, salvo en los de crecida guarnición, que les acompañó Oficial, en todos los demás fueron solos, y los de "La Muerte", "Miskrella","Baba y Sugna", "Taquil-Manin", "Tizzi-Aza" y tantos otros, acreditan las condiciones de insuperable bravura de sus "comandantes", título a que rápidamente se asciende en la milicia; pero que empareja la por tantos temida, aunque por algunos muy deseada,responsabilidad. Del de "la Muerte" ya hemos hablado; es la epopeya de la Legión y fue el cabo SUCESO TERRERO su caudillo. En "Miskrella" mereció su comandante los honores de compartir una regia felicitación. "Taquil-Manin" fue el blocao que resistió durante varios días ataques nocturnos, con granadas de mano y bombas de dinamita, y en "Tizzi-Aza", cuando esto se escribe, se mantiene con gallardía el pabellón de los legionarios, con la insignia de cabo comandante. Actuando de muelle amortiguador para las faltas de los legionarios, que evitan oportunamente o aminoran en lo posible, libran a sus Oficiales de la contrariedad de las reprensiones por leves causas. Y en el combate, que es el único acto puro y absolutamente militar, allí es donde resaltan las virtudes de la clase selecta legionaria. Las líneas de guerrillas se extienden, se dislocan y hasta se rompen; el Oficial pierde el contacto con los lejanos, y ese es el momento en que brilla esplendente el papel de los cabos, de los sargentos y de los suboficiales. Entonces se agigantan, sienten dentro de sí la Legión entera, y aparecen las más bellas iniciativas y las mejores bravuras; todo antes que la Legión sufra, todo antes que el Oficial que los manda pueda tener el más leve fracaso; allí están ellos para impedirlo. Pronto serán algunos Oficiales legionarios, como justo y merecido premio a sus muchas virtudes, y ese día será el que la Legión haya tomado por completo su carta de mayor edad.
Aquí quisiéramos estampar los nombres y las hazañas de ellos; no es posible; siempre habría olvidos imperdonables. Así lo reconocerán y cederán la satisfacción personal en favor del conjunto. Una advertencia nos permitimos y es: Que el que vea una clase legionaria, vea en aquel hombre un soldado que ganó sus galones por su propio mérito y esfuerzo y que los sabe conservar con sus virtudes. Porque en la Legión se ganan y se pierden los galones; no basta sólo con alcanzarlos.